Dioxido de carbono en el interior de los edificios

Dioxido de carbono en el interior de los edificios

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¿Qué es el dióxido de carbono?

El dióxido de carbono es un gas incoloro necesario para la vida. Está compuesto por un átomo de carbono y dos de oxígeno. Mediante el ciclo del carbono se logra el equilibro natural, fundamental para la regulación del clima y de los seres vivos. Sin embargo, la actividad humana ha contribuido a la acumulación de grandes cantidades de CO2 en perjuicio de la calidad del aire tanto exterior como interior.

El ser humano pasa el 90% de su tiempo en ambientes interiores

El origen del dióxido de carbono en los ambientes interiores se encuentra en la respiración de las personas; pudiendo entrar también desde el exterior. Cuando hay una gran concentración de personas dentro de una estancia y la ventilación es inadecuada o inexistente se producen grandes niveles de este gas incidiendo de forma negativa en los individuos.

En zonas donde el aire exterior es de buena calidad suele haber entre 300 y 400 ppm (partes por millón), llegando hasta 800 ppm en zonas urbanas. Sin embargo, en ambientes interiores encontramos concentraciones de hasta 3000 ppm. Diferentes normativas centran la calidad del aire interior en función de la presencia de CO2; siendo una calidad de aire interior alta la que responde a menos de 350 ppm y baja la que supera las 1000 ppm.

Las consecuencias para la salud de los individuos por altas concentraciones de CO2 pueden variar desde malestar, apatía, dolor de cabeza, falta de concentración hasta náuseas y problemas cardiacos. Estos síntomas se agravan en el caso de los niños debido a que, por su elevado metabolismo, respiran en peso un 50% más de aire que los adultos.

Por tanto, concentraciones de CO2 superiores a 1000 ppm no pueden considerarse aceptables.

Normativa vigente

Nuestro Código Técnico de la Edificación (CTE DB HS3) establece las exigencias mínimas para determinar la calidad de aire en edificios residenciales; debiendo asegurar, en cada local, que la concentración media de CO2 no sea superior a 900 ppm.

En cuanto a los edificios no residenciales, el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE) y en particular la UNE-EN 13779 “Ventilación de los edificios no residenciales. Requisitos de prestaciones de sistemas de ventilación y acondicionamiento de recintos”; recoge los criterios y métodos de diseño de dichas instalaciones, clasificando las categorías de aire según sea éste interior, exterior o de impulsión.

Reducir los niveles de CO2 en los ambientes interiores es posible

Parece que abrir ventanas sería, a priori, una buena alternativa para reducir la concentración de CO2 pero, sin embargo, no resulta la fórmula más eficiente; debido a que sería necesario volver a acondicionar térmicamente la estancia, no siendo un método sostenible.

Reducir dichos niveles pasa por evitar fumar en lugares cerrados, no utilizar productos tóxicos para limpieza, usar pinturas sin COV y fundamentalmente disponer en el edificio un sistema de ventilación mecánica controlada; lo que nos permitirá tomar aire exterior debidamente filtrado, regular la velocidad, el caudal y la temperatura; obteniendo y asegurando, de esta manera, la salubridad del aire que respiramos.

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